Envejecer siendo mujer: dificultades, oportunidades y retos

El pasado 15 de febrero, gracias a una iniciativa de la Mesa de Igualdad del Foro Local del distrito de Salamanca, tuvimos la fortuna de contar con la presencia de Mónica Ramos Toro en la ponencia “Envejecer siendo mujer: dificultades, oportunidades y retos”.

Mónica Ramos es Doctora en Antropología Social y Socia-Directora del Instituto de formación en Gerontología y Servicios Sociales (INGESS). Ha centrado su carrera profesional en la docencia y la investigación en los ámbitos de la gerontología, la intervención social, los estudios de género y el curso vital, todo ello con una “mirada antropológica” como ella misma dice.

Con su libro como hilo conductor, (Envejecer siendo mujer. Edicions Bellaterra), adaptado a partir de su tesis doctoral (Mujeres mayores: Estudio sobre sus necesidades, contribuciones al desarrollo y participación social) Mónica Ramos nos invitaba a reflexionar, desde un enfoque de género y de curso vital, sobre el envejecer de la mujeres, mostrando por un lado, las carencias compartidas por las mujeres mayores como resultado de los patrones de género y el desempeño de roles generizados a lo largo de sus vidas en sociedades patriarcales como la nuestra, y por otro lado, la diversidad de sus trayectorias personales y experiencias vitales individuales.

Reconozco que fui a la ponencia como una muestra de apoyo a la Mesa de Igualdad del distrito de Salamanca. Sentir que te queda lejos aquello de lo que se va a hablar pone distancia con nuestros intereses. Y ese desinterés mío, no deja de ser una prueba del desinterés que como sociedad mostramos ante una etapa de la vida a la que, con suerte, llegaremos todas y que nuestra ponente evidenció en una exposición apasionante y apasionada, fruto de años de investigación y de trabajo del bueno; el que se hace remangándose y escuchando a las protagonistas.

Vejez y políticas neoliberales; vejez y feminismo. Ahí me atrapó y me dio un coscorrón de esos que a veces necesitamos las feministas para dejar de mirarnos al ombligo y darnos cuenta de la necesidad de un feminismo inclusivo y transversal. La revolución será feminista o no será y no podemos hablar de revolución dejándonos atrás a un colectivo cada vez más grande y que sin duda tendrá mucho que decir en cómo vamos a construir/reconstruir la sociedad.

Y os tengo que hablar de mi madre. Ojalá la hubieras oído, mamá.

El testimonio de mi madre es el testimonio de una generación de mujeres que dedicaron su vida a los cuidados, a nuestros cuidados.

Mi madre se quedó viuda hace ahora 10 años y estamos teniendo el privilegio de vivir a su lado una etapa de su vida emocionante, aunque la culpa, la costumbre, el entorno y su mochila personal no la dejen verlo algunas veces.

Y es emocionante ver como se está reencontrado con ELLA y como está ocupando otra vez un espacio que ahora es solo SUYO. Y ha vuelto a bailar.

Se castiga por haber cedido a las presiones de entonces. ¿Cómo ella, con una carrera, con un trabajo y un buen sueldo, se sometió? ¿Qué opciones tenías, mamá? ¿Qué opciones os mostraron?

Y a pesar de eso, nos cogiste de la mano y nos trajiste hasta aquí.

Nada de lo que estamos viviendo en esta nueva ola del feminismo habría sido posible sin ellas. Porque sin saberlo estaban haciendo feminismo. Porque hablamos el mismo lenguaje aunque ahora utilicemos palabras más largas para referirnos a lo mismo.

Reapropiémonos de la palabra vejez, de nuestros cuerpos, de nuestras canas!

Y si tenéis la oportunidad, leed o escuchad a Mónica Ramos Toro. Ojalá se abran muchos espacios para hablarnos de ellas. Al final es un espacio para hablar de nosotras.

Porque fueron, somos.

Elena Murillo
Febrero, 2018